Según Stéphane Toussaint, Marsilio Ficino y Pico della Mirandola, mantuvieron siempre una relación "cordial y afectuosa". No obstante, nuestro protagonista no tuvo ningún reparo en refutar a su maestro, en el Commento alla Canzone d'amore, lo que este había escrito anteriormente en su obra De amore, sobre la reciprocidad amorosa. Tema que ya había sido tratado anteriormente por Platón y Sócrates.
Ficino, defiende lo que Sócrates; el "deber" de amar a quien nos ama. Esta exigencia parece ser necesaria para el autor que, muestra en su obra dos elementos fundamentales: uno, que el amar conlleva la muerte del amado y dos, que la muerte es una equivalencia entre el "ser" y la "operación". Es decir, quien ama entrega su pensamiento al amado y por lo tanto, no está operando para sí. Por lo que si el ser está en la operación, quiere decir que el amante vive en el amado.
Amor sacro y amor profano. [Pintura de Tiziano].
Ciertamente hay una justísima venganza en el amor
mutuo. Al homicida se le castiga con la muerte, y ¿quién
negará que el amado es un homicida, al separar el alma
del amante? Y ¿quién negará morir igualmente él mismo cuando también ama al amante? Esta restitución es
obligada, cuando éste a aquél y aquél a éste da en pago
el alma que aceptó. Amándose, uno al otro le da la suya
y correspondiendo al amor devuelve la ajena por medio
de la suya. Por esto, con justicia debe corresponder en el
amor cualquiera que es amado [Ficino, De Amore, 44].
Sin embargo, esta acepción no es tan simple, pues Ficino distingue entre dos tipos de amor, al igual que posteriormente, hará nuestro autor: el amor simple (en el que el amado no ama al amante y por ende, este está muerto) y el amor mutuo o recíproco (que sucede cuando los dos amados se completan con mutua benevolencia y por consiguiente, el amante vive en el amado, produciéndose una sola muerte y dos resurrecciones).
Y esto también parece admirable. Pues si yo, después
de que me perdí a mí mismo, por ti me rescato, gracias a ti me poseo; y si por ti me poseo, te tengo antes
y más a ti que a mí mismo, y estoy más cerca de ti
que de mí, puesto que yo no me adhiero a mí mismo,
sino por ti como intermediario. Y en esto la fuerza de
Cupido difiere de la violencia de Marte. Pues ciertamente el amor y el poder son diferentes. Un emperador posee por sí mismo a otros. Y el amante se apodera de sí mismo por otro, y cada uno de los amantes se
aleja de sí mismo y se acerca al otro, y muertos en sí,
resucitan en el otro. En el amor recíproco hay una sola
muerte y dos resurrecciones [Ficino, De Amore, 43].
Romeo y Julieta. [Pintura de Frank Dicksee].
Para Pico esto es bien distinto, y es por ello que se atreve a criticar a su maestro. Lo más importante para nuestro autor, es diferenciar los diversos significados que presenta la palabra "amor". Su acercamiento a dicho tema se produce mediante un método logístico, el cual es imprescindible para tratar los asuntos filosóficos.
El amor, en su sentido más amplio, es la inclinación de la virtud desiderativa hacia aquello que se le presenta con aspecto de bueno. Por tanto, como existen varias clases de bienes, deben existir varias clases de amor. Pico subraya la diferenciación entre el amor de amistad y el amor propiamente dicho, el primero, debe de ser recíproco, sin embargo, el segundo, no tiene por qué serlo.
Igualmente, el amor que se llama amistad tiene propiedades opuestas a nuestro amor. En la amistad
siempre es necesaria la reciprocidad, como Platón lo
dice en muchos lugares, esto es que un amigo por el
mismo modo y por la misma causa ame al otro. Así
e converso, como dice Platón en muchos lados, esto
no es necesario en nuestro amor porque el que ama
puede no ser bello y consecuentemente no apto para
mover al amigo al deseo mutuo de su belleza.
Puedes entonces considerar, lector, cuántos errores en la primera parte de su comentario comete nuestro Marsilio confundiendo todo, sólo por este principio, y pervirtiendo lo que dice de amor. Aunque,
además de esto, en todas las partes de este tratado había cometido errores en todas las materias, como creo
que manifestaré en el proceso [Pico della Mirandola, Commento, II, 2].
Un concierto. [Pintura de Lorenzo Costa, el Viejo].
¿Qué sucedió entonces?, ¿Por qué siendo Ficino maestro de Pico, fueron distintas sus posiciones? Muy sencillo. El eje de la cuestión está en la metodología de lectura que ambos suscriben. Esto quiere decir que Ficino, leyó a Platón desde la tradición neoplatónica, incorporando órdenes ajenos al discurso, mientras que Pico, se basó en el método aristotélico-escolástico, en el cual prima la lógica que ordena y distingue los términos. Por este motivo, ambos hallaron un punto de confrontación entre sus postulados teóricos.
Bibliografía
Rodríguez, T. (2015). Una disputa sobre la amistad: Ficino y Pico. Medievalia, 47, pp. 89-94. Recuperado de https://revistas-filologicas.unam.mx/medievalia/index.php/mv/article/view/309/335
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