Ficino y Pico asimilaron el hermeticismo, junto al neoplatonismo
y la magia natural. La magia, era un elemento común de la sociedad y sus
asunciones eran; por tanto, similares. En el Renacimiento, se distinguió entre
dos tipos de magia: la espiritual y la natural. En la espiritual, el mago
prevalecía frente a los espíritus buenos o malos; blancos o negros, a la hora
de poner en marcha sus poderes ocultos. En la magia natural, el mago trataba de
detectar correspondencias y señales del mundo natural. Los humanistas del Renacimiento,
se distanciaron de la magia espiritual, puesto que esta solía polemizar con la
Iglesia. Por ello, se centraron en una versión dignificada de la magia natural.
Hermes Trismegisto. [Representación de Stolcius Von Stolcenbeerg].
Los magos asumían que los poderes estaban ocultos. No
obstante, estos podían descubrirse y, por tanto, controlarse, gracias al mago
que tenía “visiones especiales” dada su preparación espiritual y práctica. Escribe
Pico della Mirandola en una de sus célebres Conclusiones:
“Lo que el mago hace con su técnica, la naturaleza lo
ejecuta naturalmente al hacer al hombre”.
Detalle de Zacarías en el templo. [Fresco de Domenico Ghirlandaio].
El hombre, en suma, en cuanto faber, parece tener una vocación natural por la magia, pero, sin
dejar las Conclusiones, Pico observa
que no existe ni en los cielos ni en la tierra, potencia que el mago no pueda poner
en ejecución. La magia, que celebra las bodas del cielo y de la tierra, está
para nuestro protagonista, también ligada a la astrología:
“Inventaron que de los astros depende la suerte de todos,
pero sobre todo de los príncipes: hijos, vida, poder, victorias, salud. Decían
que, habiendo estudiado largamente el movimiento y la naturaleza de los astros,
conocían con claridad el porvenir, el bueno y el pesaroso. Afirmaban poseer
remedios para alejar las desgracias previstas y medios para volver más seguras
las contingencias felices. Aseveraban que, si se observaba una hora feliz, podían
componer con materias particulares imágenes semejantes a las naturalezas
celestes, mediante maravillosos artificios que atrajeran la virtud de los
astros, volviendo felices y poderosos a los hombres, y tan satisfechos de sus
deseos, de esta suerte, con tal de que llevasen consigo tales imágenes”.
Pero, ¿cómo influyó este movimiento místico al Humanismo?;
más aún en concreto, ¿al desarrollo científico? Existen diversas teorías y es
que, los historiadores de raíz positivista vieron en este movimiento, un
retroceso de la ciencia moderna. No obstante, los no positivistas como, Lynn
Thordike, demostraron que la tradición mágica, gracias a su visión utilitarista
del mundo en contraposición a la visión contemplativa de los filósofos, generó
el método experimental.
Magia Naturalis. [Grabado de Giambattista della Porta].
Asimismo, Walter Pagel escribió una serie de artículos sobre
los que evidenció, que las tradiciones mágicas, dieron forma al trabajo de
Paracelso y Jean-Baptiste van Helmont. De ahí, ciertas ideas herméticas y
neoplatónicas pasarían a la química y la mineralogía, resurgiendo en el siglo
XVIII con la Naturphilosophie. Sin
embargo, la reivindicación más destacada sobre este hermeticismo, fue la
desarrollada por Frances Yates en 1964. En la que afirmó que el hermeticismo no
habría solo influido en ciertos métodos concretos, sino que más bien habría
sido una de las causas fundamentales de la Revolución Científica.
El conjurador. [Pintura de Hieronymus Bosch].
Otros historiadores pusieron de relieve, el hecho de que Isaac Newton, trabajase durante años en la alquimia y otras disciplinas herméticas, incluida la búsqueda de la Prisca Theologia, donde posiblemente encontraría la base de sus ideas de atracción y repulsión, consideradas, tradicionalmente, como propiedades ocultas.
Hoy día, son pocos los historiadores que consideran que este
movimiento, pudo tener cierta o total relevancia en la Revolución Científica.
No obstante, lo que sí parece evidente, es que la magia, tuvo un gran impacto en
el mundo humanístico.
Bibliografía
Garin, E. (1981). El Zodiaco de la Vida. La polémica astrológica del Trescientos al Quinientos. Barcelona, España: Ediciones Península.
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