Hombre mirando al espacio exterior. [Pintura de Camille Flammarion].
El hombre es el mediador de todo lo creado, pues este tiene
el puesto central entre Dios y el universo. El hombre comparte con su creador
lo que Pico denomina “mutua continentia
mundorum” Dios por ser principio y fin de todo y el hombre por ser “príncipe
cabeza” del universo espiritual y material, contiene en sí los tres mundos. Así
es como se debe de entender al hombre: como microcosmos y ser radicalmente
libre.
El hombre de Vitruvio. [Dibujo de Leonardo da Vinci].
En el Renacimiento, la idea del hombre como microcosmos se
convierte en un lugar común. Sin embargo, la profundidad que le otorga Pico al
concepto de libertad al conjugarlo con su visión cosmológica, trasciende todo
lo material de su época. El hombre es un universo en pequeño porque, el
universo es un hombre en grande, el cuarto mundo que es el hombre, es donde se encierran
los otros tres. Esta visión dinamista del universo, sitúa al Conde de la
Concordia en los orígenes del pensamiento presocrático.
René Descartes. [Retrato de Fran Hals].
Entonces, no parecería exagerado si se considera al hombre
como un “dios terreno” dada su función mediadora, pues la capacidad que tiene
el hombre para amar le coloca en un puesto privilegiado en el cosmos. Porque el
amor, como el Eros platónico, produce el movimiento del conocimiento y consuma
la unión con Dios. Este esquema mirandoliano del conocimiento, movido por el
amor, también es heredado del neoplatonismo.
En el conocimiento humano, son conocidos tres grados: sensus, ratio e intellectus.
Gracias a este último, el espíritu acaba por conocerse a sí mismo y conociéndose
a sí mismo, logra conocer todo lo demás. En esta afirmación se observa
claramente, que Pico bebe de la teoría de la iluminación agustiniana. No
obstante, él siempre va más allá, pues si el conocimiento del mundo se da
entonces a través de la autociencia, no es descabellado pensar en un
antecedente de Descartes.
Estamos, por tanto, ante las puertas de la modernidad y Pico
se encuentra en el umbral. El antropocentrismo que comparte con sus coetáneos,
derivará en lo que posteriormente conocemos como: cogito, ergo sum.
Bibliografía
Goñi Zubieta, C. (1996). Pico della Mirandola (1463-1494). Madrid, España: Ediciones del Orto.
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