domingo, 5 de enero de 2020

¿Un cuarto mundo?

No solo existe un mundo para Pico, pero tampoco existen dos. Para él, existen cuatro. Esta visión la hereda de la cosmología neoplatónica que, mantiene el esquema circular. Es decir, las criaturas que nacen de su creador, retornan a él. El primer estado es; por tanto, la unión con Dios, el segundo; el de salida, el tercero; el de vuelta y el cuarto; el de la feliz reunión.


 Hombre mirando al espacio exterior. [Pintura de Camille Flammarion].

Al igual que sucede con los números que, cuanto más se alejan de la unidad más aumenta su multiplicidad, lo mismo ocurre con las criaturas cuando se alejan de su creador, que cada vez son más imperfectas. Este alejamiento queda, por consiguiente, desglosado en tres mundos: el mundo inteligible o angélico, como primera hipóstasis del Uno, el mundo celeste de los astros, y el mundo terrestre o sublunar de las cosas materiales. En este tercero, es donde habita el ser humano, cuya realidad le hace formar el cuarto mundo. Estas escalas, terminan por ordenarse de mayor a menor perfección. De este modo, como el hombre pertenece al mundo más alejado es, como consecuencia, el que hace retornar todo al Uno.

El hombre es el mediador de todo lo creado, pues este tiene el puesto central entre Dios y el universo. El hombre comparte con su creador lo que Pico denomina “mutua continentia mundorum” Dios por ser principio y fin de todo y el hombre por ser “príncipe cabeza” del universo espiritual y material, contiene en sí los tres mundos. Así es como se debe de entender al hombre: como microcosmos y ser radicalmente libre.

El hombre de Vitruvio. [Dibujo de Leonardo da Vinci].

En el Renacimiento, la idea del hombre como microcosmos se convierte en un lugar común. Sin embargo, la profundidad que le otorga Pico al concepto de libertad al conjugarlo con su visión cosmológica, trasciende todo lo material de su época. El hombre es un universo en pequeño porque, el universo es un hombre en grande, el cuarto mundo que es el hombre, es donde se encierran los otros tres. Esta visión dinamista del universo, sitúa al Conde de la Concordia en los orígenes del pensamiento presocrático.

René Descartes. [Retrato de Fran Hals].

Entonces, no parecería exagerado si se considera al hombre como un “dios terreno” dada su función mediadora, pues la capacidad que tiene el hombre para amar le coloca en un puesto privilegiado en el cosmos. Porque el amor, como el Eros platónico, produce el movimiento del conocimiento y consuma la unión con Dios. Este esquema mirandoliano del conocimiento, movido por el amor, también es heredado del neoplatonismo.  

En el conocimiento humano, son conocidos tres grados: sensus, ratio e intellectus. Gracias a este último, el espíritu acaba por conocerse a sí mismo y conociéndose a sí mismo, logra conocer todo lo demás. En esta afirmación se observa claramente, que Pico bebe de la teoría de la iluminación agustiniana. No obstante, él siempre va más allá, pues si el conocimiento del mundo se da entonces a través de la autociencia, no es descabellado pensar en un antecedente de Descartes.

Estamos, por tanto, ante las puertas de la modernidad y Pico se encuentra en el umbral. El antropocentrismo que comparte con sus coetáneos, derivará en lo que posteriormente conocemos como: cogito, ergo sum.

Bibliografía

Goñi Zubieta, C. (1996). Pico della Mirandola (1463-1494). Madrid, España: Ediciones del Orto.

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