En los albores del Renacimiento

El ambiente en el que surge la figura de nuestro protagonista, es conocida como el Renacimiento. Este ocupa los siglos XV y XVI y es una etapa de tránsito entre la Edad Media y la Modernidad. Como tal, tiene un carácter crítico con la primera y propedéutico con respecto a la segunda. No obstante, más que de un momento, hablamos de unos hombres concretos: Pico, Ficino, Leonardo, Nicolás de Cusa, Erasmo, etc. Fueron los verdaderos creadores de esta famosa atmósfera.

La filosofía medieval, siempre había brillado por la multiplicidad de sus opiniones y por su variedad e independencia. El desarrollo filosófico; fue, por tanto, una empresa común. Mientras que, durante del Renacimiento, no existió tal empresa; es decir, los hombres “modernos” fueron por libre. Esta filosofía descansó entonces, sobre la base del individualismo, lo que generó un aturdidor sin fin de teorías filosóficas.  

Utriusque cosmi Historia. [Ilustración de Robert Fludd].

Al mismo tiempo, se produce lo que conocemos como el “renacer del mundo clásico”, la vuelta a las antiguas costumbres y tradiciones grecorromanas, tanto en filosofía como en literatura o en arte. Sin embargo, si existe una palabra que defina completamente al Renacimiento, esta es la de Antropocentrismo. Siempre se ha querido ver, lacónicamente, que la Edad Media es Teocentrista y el Renacimiento, es Antropocentrista. Pero, ni el medievo desprecia al hombre, ni los humanistas, son ateos. Si bien es verdad, muchos de estos pensadores, en ocasiones, transmitieron ideas sobre la autosuficiencia del hombre sin aparentes conexiones con el cristianismo.

Del mismo modo, en este momento, aumenta el interés por la ciencia y los estudios científicos. Con ello, se produce el surgimiento de la Ciencia experimental tal y como la conocemos y, sobre todo, se tiende a considerar la naturaleza como un sistema autónomo gobernado por sus propias leyes inmanentes.


Vistas de un feto en la matriz. [Ilustración de Leonardo Da Vinci].

Finalmente, podríamos destacar  también el concepto de “libertad”, generándose una cierta atmósfera de la misma. Se comenzó a valorar el espíritu emancipado, la autonomía del pensamiento, la razón despreciadora del argumento de autoridad…; en definitiva, se produjo la autoafirmación de la voluntad. Ahora, el hombre pasaba a ocupar el centro del universo, siendo él mismo el que desea alcanzar la sabiduría a través de la fama y la virtù, a su imagen y semejanza.

Bien se puede afirmar entonces, que Giovanni Pico della Mirandola, Conde de la Concordia, era el prototipo ideal del hombre del Renacimiento. En una época donde primaron los cambios, donde la historia corría más deprisa que los hombres y donde reinaba lo nuevo, hacía falta un joven audaz y valiente capaz de interiorizar, no sin esfuerzo, el tiempo que le tocó vivir.


La ciudad de Florencia en el Renacimiento. [Ilustración sin autor].

Este, vivió sus 31 años con una apasionada intensidad, deparándole su vida: éxitos, fracasos, amores y desamores, con momentos de euforia, paz, calumnia, amistad, envidia… En Pico, se entrecruzaron la Escolástica y la Modernidad, la Religión, la Filosofía, la Retórica y la Ciencia, junto con la nostalgia caballeresca y el honor nobiliario. Asimismo, fue un amante de la verdad y un incansable defensor de la concordia de los saberes.

Giovanni Pico della Mirandola. [Retrato de Tobias Stimmer].

Pico, perteneció por tanto, al humanismo creador del siglo XIV, pues tuvo la osadía de convocar un “conflicto filosófico” tras presentar sus 900 tesis. Fue capaz de trasladar el humanismo filosófico y retórico al plano metafísico del hombre creador. Disputó contra las falsas doctrinas astrológicas, buscó incesantemente la “paz filosófica” y la “concordia religiosa”. Supo compartir y, en definitiva, resucitar el eterno tema del amor. Por todo ello, de nuevo, Tomás Moro, lo consideró como el paradigma del hombre moderno y creo, que estaba en lo cierto.

Bibliografía

Goñi Zubieta, C. (1996). Pico della Mirandola (1463-1494). Madrid, España: Ediciones del Orto.

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